Hacia el año 1938 el famoso físico estadounidense Chester Carlson patentó un sistema con el que conseguía reproducir documentos en papel, aunque la primera fotocopiadora (fabricada por la marca Xeox) no se comercializó hasta unos diez años más tarde.
La causa por la que se tardara tanto en comercializar una patente de tal importancia fue la poca capacidad de Carlson por conseguir que la industria se interesara en su invento.
Por fin, sus esfuerzos por comercializar la fotocopiadora culminaron cuando un pequeña empresa familiar denominada Haloid Company (que más adelante pasó a ser Xerox) compró los derechos de la patente de la fotocopiadora a Chester Carlson.
Así, en el año 1947 se fabricó la primera fotocopiadora.
Cómo funciona una fotocopiadora
Entender cómo funciona una fotocopiadora es sencillo:
- El documento que se quiere fotocopiar se coloca en una pantalla de cristal (evidentemente bien limpio) colocado sobre una placa que está cargada eléctricamente.
- Las zonas claras del papel a fotocopiar destruyen la carga positiva de la placa. De esta forma, se consigue crear una imagen de las zonas negras del papel sobre la placa a base de cargas positivas (en los lugares en que hay tinta negra queda la carga positiva en la placa).
- La placa se rocía con un polvo de carga negativa. Este polvo se adhiere por magnetismo a las zonas de la placa en que quedaban cargas positivas.
- Se retira el polvo que no se ha adherido a la placa y que corresponde a las zonas blancas del papel.
- Se coloca una hoja de papel sobre la placa y mediante calor, se transfiere el polvo (tóner) al papel.
- La fotocopia está lista.